Antes de iniciar cualquier reflexión sobre el texto “Cuestiones de
percepción”, de Steven Holl, creo necesario responder la pregunta,
¿qué es la arquitectura?. Considero que al hablar de arquitectura se hace
alusión a algo mucho más profundo que la mera construcción o edificación que se
contempla, se debe entender la esencia misma de lo contemplado, el arte y
la utilidad que en ella se encuentran, lo que quiso transmitir el creador de
esa obra, ya sea a través de los materiales utilizados, las formas escogidas,
los espacios delimitados; todos esos detalles invisibles en la lejanía, pero
imposibles de pasar por alto al estar cerca.
En el texto, se explican con profundidad, y por capítulos, las distintas
maneras de percibir una obra arquitectónica, fortaleciendo así la idea expuesta
en el primer párrafo, en él se exponen distintas maneras de concebir la
arquitectura.
Al iniciar la lectura se plantea una idea que comparto, ¿realmente se
puede decir que con el paso del tiempo evolucionamos con respecto a las cosas
esenciales, o por el contrario, nos vamos degenerando?; esta idea es
apreciable al señalar la existencia comercial moderna enturbia la
cuestión acerca de lo esencial. […] ¿maduramos o más bien nos atrofiamos desde
un punto de vista perceptivo?. Sinceramente considero que la respuesta a la
problemática que enfrentamos como sociedad es bastante subjetiva, no obstante
considero que la perceptibilidad que poseemos frente a lo cotidiano del mundo
está en decadencia, y es que a medida que los años transcurren y uno crece va
perdiendo esa capacidad de asombro, de encantarse de las cosas más simples; con
el paso de los años perdemos esa luz interior, esa sed de conocimiento tan
especial en los niños pequeños. No obstante para eso está la arquitectura,
mediante esta se proporciona una nueva forma de ver el mundo, otra mirada de lo
normal, la arquitectura tiene el poder de inspirar y transformar
nuestra existencia del día a día. Más
allá de solo ver y/o habitar en ella,
nos permite sentirla, con todos los sentidos y de todas las formas posibles,
utilizando diversas técnicas y artilugios. Mediante los sentidos y las
sensaciones obtenidas de los mismos, cada uno vivencia una experiencia única,
irrepetible e intransferible, todas estas sensaciones se combinan en una
experiencia compleja que pasa a estar articulada y a ser específica, aunque sin
palabras.[…]Las cuestiones de la percepción arquitectónica subyacen en las
cuestiones de la intención.[…]Sea cual fuere la percepción de una obra, la
energía mental que la ha generado resulta deficiente, a menos que no se haya
articulado el propósito.[…] la lógica de los conceptos preexistentes se
encuentra con la contingencia y particularidad. Este párrafo señala que la
interpretación de una obra, y el cómo la percibamos es sumamente subjetivo, es
decir, cada persona lo va a interpretar de distinta forma, e incluso, si una
misma persona realiza la interpretación en dos días distintos, lo más probable
es que no perciba la arquitectura en la obra del mismo modo, esto se debe a que
en la percepción de esta influyen tanto lo racional como lo empírico, la
interioridad del espectador y lo que
ocurre a su alrededor. Además una obra no puede tener un propósito fijo, puesto que esto impediría
por completo apreciar la obra en su totalidad, debido a que cada persona siente
de acuerdo a los procesos, tanto interiores como exteriores, que esté
afrontando en ese momento. Lo mismo ocurre al leer un libro, ver una película o
escuchar una canción; por ejemplo cuando una persona que se encuentra serena
escucha una canción romántica por primera vez, lo más probable es que le sea
indiferente, pero si la vuelve a escuchar en otro momento, esta le puede traer
recuerdos, o provocar nostalgia u otras emociones. El punto de esto radica en
que cada percepción es única e inigualable, aunque se trate de una misma
persona realizando el ejercicio mismo dos veces.
Según Franz Brentano, los fenómenos físicos captan nuestra “percepción
exterior” y los mentales nuestra “percepción interior”. […] El desafío de la
arquitectura consiste en estimular tanto la percepción interior como la
exterior, en realzar la experiencia fenoménica mientras, simultáneamente, se
expresa el significado, y desarrollar esta dualidad en respuesta a las
particularidades del lugar y de la circunstancia”.
En concordancia con la opinión del autor Steven Holl, también creo que una de las razones más importantes que provocan la desmotivación, para con el mundo que nos rodea, presente en la sociedad, es que realmente no miramos a nuestro alrededor, nos acostumbramos solo a ver; sin escudriñar ni observar con detenimiento. No obstante, existen características arquitectónicas lo suficientemente visibles como para percatarse de ellas a simple vista, sin la necesidad de hacer una investigación exhaustiva de ello, como lo es el color; respecto a este, en el libro se señala que la indeterminación podría ser la condición central del color, para sustentar esta afirmación se hace alusión a los fenómenos exteriores que intervienen el la forma en que percibimos el color, llámese a estos el entorno en el que se encuentran, la transparencia, la opacidad, la cantidad de luz que reciben, el clima, entre otros; al analizar la frase bajo este criterio, es posible vivenciar las palabras del autor, comprendiendo el significado de estas en su totalidad.
Otra característica, e incluso me atrevería a decir recurso, importantísimo de la arquitectura es el uso y manejo de la luz y la sombra; citando el texto, lo que ven los ojos y sienten los sentidos en materia de arquitectura se conforma según las condiciones de la luz y sombra. En la frase anteriormente citada queda en evidencia la importancia de la luz y sombra, arquitectónicamente hablando, en cuanto a la técnica, el manejo de estas permiten generar espacialidades, delimitar espacios, crear umbrales, entre otras cosas; pero en cuanto a la forma de percibir la obra, el uso de este recurso nos permite dirigir, de cierto modo y en una cantidad muy ínfima, la atención del espectador a ciertas partes específicas de la estructura, nos permite darle mayor importancia a ciertos lugares, permite realizar una pequeña orientación hacia la visión que se busca expresar con la edificación contemplada, otorga una nueva forma de ver la construcción, le otorga mayor o menor presencia dentro del contexto geográfico en el que se encuentre; es como si de día fuera algo, y de noche todo lo contrario, la extensión de las luces proporciona una nueva sensación del espacio y la forma de la ciudad.[...] una obra de arquitectura puede tener una presencia completamente distinta durante el día y durante la noche, [...] a medida que el "objeto" autónomo reclama una presencia mayor o menos contenida.
Continuando con la idea central del libro, que es la percepción arquitectónica mediante los sentidos, el sonido está directamente relacionado con la arquitectura; mediante él se logra una percepción más completa, más allá de la vista, y lo engañosa que esta es (punto ya demostrado al hablar de los colores), al cerrar los ojos y agudizar nuestra audición, podemos percibir la inmensidad de la estructura, la materialidad que posee o al menos características de ellas que no siempre se ven a simple vista, entre otras cosas. El texto señala podríamos redefinir el espacio al desviar nuestra atención de lo visual a cómo queda configurado por los sonidos resonantes, las vibraciones de materiales y texturas.
Paul Valéry sugería la cercanía entre la música y la arquitectura. Uno puede dejar de lado la escultura o la pintura, pero la música nos rodea, al igual que lo hace el espacio de la arquitectura.
Otro punto a destacar de la percepción de la arquitectura es la del reino háptico,táctil, y cómo el paso del tiempo ejerce su influencia sobre los materiales utilizados en la construcción, ya sea satisfactoria o insatisfactoriamente, es decir, con el paso de los años y el avance de la tecnología los materiales a utilizar han sido modificados y "mejorados" para que resistan más ante los fenómenos naturales; no obstante, el efecto producido sobre los materiales(por la naturaleza) no siempre es malo, de hecho encierra en sí mismo una inmensa belleza, algo inigualable y difícil de falsificar, los cambios que sufren los materiales por el desgaste con el paso del tiempo, la belleza de los colores y las texturas que estos adoptan cuando se oxidan otorgan también a los detalles una dimensión pictórica.
La percepción total de los espacios arquitectónicos depende tanto del material y del detalle del reino háptico, como el gusto de una comida depende de los sabores de sus ingredientes.
Finalmente cabe decir que para poder tener una mejor percepción de la arquitectura, es necesario separar el todo en diversas partes, analizarlas, sentirlas, vivirlas todas y cada una de ellas, y luego de las sensaciones y vivencias obtenidas, realizar una síntesis de ellas. La arquitectura no se observa, se vive, se siente.
La unidad del todo surge a partir del hilo que discurre a través de la variedad de las partes. [...]